martes, 5 de agosto de 2014

LINCOLN (la película)





Por lo general, aproximarse a la Historia a través de las producciones de Hollywood es un error. Lincoln es una excepción.
No es una película fácil, ni ágil, ni repleta de acción, no es en definitiva una película “pochoclera”,   es sí un gran film que requiere cierta predisposición para ser debidamente apreciada.

La trama se centra en los enjuagues políticos que precedieron a la aprobación de la Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, nada menos que la abolición de la esclavitud. El marco está dado por los meses finales de la atroz guerra fratricida entre unionistas y confederados que dejó más de 600.000 muertos y las tribulaciones de un hombre justo obligado a tomar decisiones pragmáticas, arrastrando en todo momento una dramática carga familiar.

El ambiente suele ser teatral, el subtitulado pierde a veces matices imposibles de traducir, pero si le gusta la Historia es imperdible.

El libro deja abiertos algunos interrogantes, en la búsqueda del bien mayor ¿hasta dónde llegan los métodos utilizables?.
La verdad es que no vamos a escandalizarnos por el uso político del cohecho (delito para el cual, y no en vano, conocemos montones de sinónimos  y eufemismos, soborno, coima, cometa, gañota, bocado, diego, peaje, retorno; desde que el mundo es mundo se unta, se aceita, se ablanda, se adorna, se prevarica, se engrasa, se toca, etc., etc.), pero no deja de ser curioso ver a los delegados del gobierno ofrecer puestos, candidaturas y efectivo o amenazar y extorsionar cuando se lo requiere. (extraordinaria actuación de James Spader en el papel de uno de los “negociadores”)

Si se conoce un poco de historia hay más para apreciar, cuando Lincoln menciona a Jeff, se refiere a Jefferson Davis presidente de la Confederación, el digno anciano de uniforme gris cerca del final es el general Robert E. Lee (jefe del ejército sureño), luego de su rendición.
Los rubros técnicos de la obra son impecables, música de John Williams, una fotografía majestuosa, vestuarios y escenarios perfectos, todo bien dirigido por Spielberg que hizo exactamente la película que quería hacer.
Dejé para el final las actuaciones. Si el mismísimo viejo Abe pudiera  ver a Daniel Day Lewis, pensaría que es un mejor Lincoln que él mismo. Maravilloso Tommy Lee Jones, que merecía algún premio.todos, desde el presidente del congreso hasta el anónimo soldado en el campo de batalla cumplen a la perfección sus papeles.
Muy bien Sally Field en el difícil papel de la esposa del presidente (casi una heroína de teatro clásico). Soprendente Joseph Gordon-Levitt, que lejos de las comedias compone a Robert Lincoln (hijo de Abraham). De Spader ya hable, peroLincoln es una gran película, pero no es para cualquiera ni cualquier momento.