martes, 30 de enero de 2018

Opciones Electorales



Hay una carta circulando hace mucho en Internet que pregunta ¿si tuviera que elegir entre dos candidatos, a quién elegiría? ¿A un austero vegetariano que no fuma ni bebe y que se ha educado en un colegio católico, o a un fumador empedernido y obeso que se baja media botella de whisky cada noche y es escéptico con la religión ?. 
El personaje referido en primer lugar es Adolf Hitler, el otro no es Lanata sino Winston Churchill.
El supuesto acertijo trata de demostrar que las apariencias engañan, pero prueba mucho más, prueba que se puede inducir una decisión dando información parcial, sesgada y  totalmente ajena a la cuestión de fondo.
El mismo Churchill (que no era ningún santo, sino en el mejor caso un tipo jodido, y en el peor un auténtico h de p muy inteligente) dijo que en una guerra la primer baja es siempre la verdad. Apuntaba, claro, a la necesidad de regular la información para no generar reacciones negativas. La segunda guerra mundial fue el primer acontecimiento global que puso al alcance de los Estados un medio indiscriminadamente masivo (la radio) como herramienta de influencia sobre la opinión pública.
El siguiente cambio se produjo en Vietnam, la guerra ya no era algo contado por curtidos corresponsales, entraba en los hogares con los noticieros, a la hora de la cena. La verdad de la guerra era brutal, sangrienta, despiadada; la pantallita mostraba aldeas arrasadas, civiles muertos, soldaditos mutilados física y mentalmente, naturalmente esto generó en las familias norteamericanas un compasivo y visceral sentimiento antibelicista.
Los regentes del poder tomaron nota, no podía permitirse que volviera a suceder,  la gente común no debería influir en las decisiones de los poderosos ni estropear sus negocios. No podía permitirse otra “chica del napalm”. El poder económico decidió tomar los medios de comunicación y crear cadenas informativas propias donde fuera posible, después de todo siempre se está librando una guerra (militar, económica, racial, comercial, religiosa o de cualquier otra clase) y la verdad debe suministrarse en dosis homeopáticas.
A partir de Tormenta del Desierto la guerra se muestra como algo ascético, imágenes aéreas o satelitales, bunkers explotando, misiles y drones, ya no hay sangre, la guerra se ha deshumanizado y carente de humanidad resulta soportable hasta la indiferencia.
Este es solo un ejemplo de manipulación mediática, nos invade una abrumadora cantidad de datos orientados y/o superficiales. La realidad es lo que nos cuentan. Los sociólogos, más elegantemente, dicen que la realidad es un “constructo” político-cultural (y comercial agregaría yo).
La verdad ya no puede ser la realidad, porque la realidad es una interpretación interesada, pero la verdad aún está aquí para quien sepa buscarla.