Al comienzo de la historia el territorio delimitado por los Pirineos, el Mar del Norte, el río Rhin, los Alpes y el Mediterráneo estaba ocupado por una diversidad de tribus celtas que se reconocían genéricamente como galos, así que allá por el 600AC cuando los griegos fundan Massilia (Marsella) y comunican este país con el resto de los pueblos mediterráneos lo llaman Galia.
En el siglo –1 Roma culmina la conquista de las Galias (la habían dividido en 2 en sus mapas), la Cisalpina y la Interior (muchísimo más extensa). Las legiones de Julio César (que nunca fue emperador) llevan a ella la “pax romana”, hay quien asegura que 12000 hombres mataron a un millón en combate, eso es una exageración, pero es indudable que la sangre fue el gran componente de la conquista (el resto lo hizo la habilidad política para aprovechar las rivalidades entre las tribus). Una vez conquistados, los galos notaron que los impuestos de Roma eran más fácil de pagar que los de los reyezuelos locales, porque eran más predecibles (no estaban sujetos a caprichos) y porque la paz promovía el comercio y la producción. Los dirigentes miraron a sus pares invasores y pensaron (por algún motivo misterioso) que vivir en una villa con paredes de mampostería, pintadas con frescos, con agua corriente, con pisos de mosaicos, con alfombras persas y tapices egipcios, con calefacción, piscinas cubiertas de agua climatizada, retretes de mármol, biblioteca y terrazas era mas lindo que vivir en la vieja choza comunal, de planta circular, con piso de tierra y un agujero en el centro del techo de paja para que salga el humo de la hoguera. Así que ricos y pobres renunciaron a la austera y tradicional vida de sus valientes ancestros bárbaros y se romanizaron con mucho gusto. Antes de terminar el siglo había senadores galos en el senado de Roma y César tenía un cuerpo de caballería gala en su guardia personal.
En el s V, la presión de los hunos obliga a las tribus germanas a correrse hacia el Oeste, una de las que cruza el Rhur (Rhin o Rhur es lo mismo) es la de los francos. Mientras el Imperio Romano resiste los francos quedan confinados al rincón noreste de la Galia.
Cuando Roma cae, la vieja sociedad gala romanizada se desintegra, los francos se extienden por el centro y parte del norte y dan su nombre al nuevo reino, Francia.
Hay algunos intentos de extenderse al otro lado de los Pirineos, pero son detenidos, aunque algunos se establecen en el norte de la Península Ibérica.
Ya entrada la edad media el de los francos era el reino más poderoso de Europa, la primer cruzada, la que toma Jerusalén, es una cruzada de francos. El prestigio del nombre se extiende por el cercano oriente y el Norte de Africa de manera que se empieza a llamar “francos” a los europeos en general (más o menos como llamamos “gringos” a cierta “tribu” de extranjeros). Esto se generaliza tanto que, cuando en el s XV, los habitantes de Constantinopla, resto (y alma) del Imperio Romano de Oriente recibe a los europeos que los asistirán en la lucha contra los turcos los llama francos, sin importar de donde vengan. Era natural, entonces, que a los inmigrantes se les llamara francos y que ese apelativo pasara a ser apellido. Ocurría que muchos de los que llegaban a Asia y Africa procedentes de Europa, eran judíos que escapaban a las persecuciones del Santo Oficio y muchos de ellos eran sefardíes procedentes de España, en consecuencia “Franco” pasó a ser un apellido común entre los judíos de origen español.
[acotación al margen el Tribunal del Santo Oficio (vulgo la Inquisición), dadas las connotaciones negativas que invocaba, cambia de nombre a principios del siglo XIX y pasa a llamarse Congregación para la Conservación de la Doctrina de la Fe, su dirección ha estado desde siempre reservada a los elementos mas “conservadores”, quien fue prefecto de esta congregación durante buena parte del s XX, es el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa con el nombre de Benedicto XVI].
Cuando Francisco Franco emerge como líder fascista, Hitler comienza a considerarlo como un eventual aliado, entonces ordena a sus esbirros de confianza que investiguen los posibles orígenes judíos del “Generalísimo de España por la Gracia de Diós”. En el lenguaje típico de los burócratas (que nunca aseguran ni desmienten nada) Reinhard Heidrich informa que no se han encontrado antecesores judíos en la genealogía del dictador español, ligándolo en cambio a un título de caballero del s XVI (¿se acuerdan de aquellos “francos” que se quedaron de este lado de las montañas?).
Este es el origen de ese mito moderno que dice que Franco era (o había sido)judío.