martes, 31 de julio de 2018

¡VIVE LA RESISTANCE! (3/3)


Las primeras intervenciones fueron temerarias, violentas y torpes. Como ejemplifican los autores de Zafarrancho, pronto comprendieron que no hacía falta poner explosivos en las vías de ferrocarril, si se aflojaban algunos pernos de sujeción del riel externo en una curva, la inercia y la fuerza centrífuga actuaban en contra de la logística nazi.

  


Las acciones que terminaban en la muerte de militares alemanes provocaban una represalia tan violenta sobre la población civil que minimizaba la eficacia de las operaciones. Incluso en algún momento Hitler comenzó a ordenar el fusilamiento de prisioneros de guerra. Por este motivo las ejecuciones de invasores se contrajeron a blancos de especial importancia.

De Gaulle y su gente habían creado el MUR (Movimiento Unido de Resistencia) y gracias a la enorme obra de Jean Mulin (un héroe que ameritaría mayor reconocimiento mundial), para mediados de 1943 el MUR, organizado en diferentes departamentos específicos, coordinaba toda la Resistencia Francesa, sin distinciones ideológicas.
 
JEAN MULIN
Mientras tanto, el colaboracionismo también evolucionaba.

Cuando en 1940, la debacle del ejército francés fue evidente hubo un cambio de gobierno y se recurrió a un viejo héroe de la primera guerra mundial, el Mariscal Philippe Pétain de 84 años, militarmente no había nada que Pétain pudiera haber cambiado, políticamente encabezó el vergonzoso Régimen de Vichy (ya mencionado), su “mano derecha” fue Pierre Laval, quien lejos de tener, al final de la guerra, la mirada indulgente que acompaño al anciano Mariscal, fue sindicado como el culpable de todos los males.
 
PIERRE LAVAL EN LA TAPA DE LA REVISTA TIME
Y es que había mucho de qué culparse, fue el comienzo del llamado “Síndrome de Vichy”.

Al principio buena parte de la población apoyó al régimen con la esperanza de retomar una rutina parecida a la de preguerra, esperando que el Estado sirviera para disimular la ocupación, a medida que el nuevo gobierno francés se fue alineando a los requerimientos nazis (e incluso superándolos en un alarde de beligerante obsecuencia) fue afirmándose el carácter dictatorial del régimen, después de todo Pétain gozaba de la suma del poder.

La policía de Vichy actuó contra los resistentes con el mismo celo que contra los delincuentes comunes y persiguió a los opositores según las ordenes de la Gestapo, pero además se crearon dos fuerzas de represión específica, La Milicia Francesa y los Grupos Móviles de Reserva, este cuerpo perdura aún con el nombre de Compañías Republicanas de Seguridad, y no son otra cosa que lo que en Argentina llamamos Brigadas Antidisturbios.


La Milicia (Milice Française) era un cuerpo paramilitar fascista que llegó a contar con 35.000 hombres; parece haberse originado en el Servicio de Orden Legionario, fuerza creada por la ultraderecha con el apoyo de Pétain para participar en el frente oriental (por supuesto a favor de los alemanes). La tarea de la Milicia era combatir a La Resistencia, para eso adoptaron las tácticas de persecución, tortura y ejecución de las SS y la Gestapo. Se definía como una organización “antirrepublicana, antisemita, anticomunista, anticapitalista, nacionalista y autoritaria”, con semejante declaración dejaban poco para la controversia.
 
MILICIANOS FRANCESES
El aparato productivo francés y su fuerza laboral se adaptaron rápidamente como herramienta complementaria de la maquinaria de guerra alemana con el beneplácito de Laval y sus cómplices.
ODETTE SAMSOM (Dirección de Servicios Especiales)
La Resistencia encontró en el sabotaje “light” un método bastante seguro de causar infinidad de pequeños problemas, un despachador se “equivocaba” y mandaba un tren a una vía muerta, un obrero de vialidad “confundía” los carteles indicadores, un mecánico ajustaba mal una biela de un motor para transportes germanos… Nunca la industria francesa bajo tanto sus estándares de calidad y no deja de ser un logro.



VIOLETTE SZABO (S.O.E.)
Las operaciones más “rentables” de La Resistencia fueron la recopilación de información para la Inteligencia aliada, aunque transmitir esa información era una tarea riesgosa, ya que se fue perfeccionando el método de triangulación para encontrar los emisores, de la misma manera, entre los insurgentes, se fueron aceitando los mecanismos de evacuación de pilotos derribados y prisioneros evadidos.

De la mano del MUR los aliados proveyeron a La Resistencia de armas, explosivos, municiones, medicinas y equipos de comunicaciones, es icónica la imagen del maqui con una subametralladora Sten británica (esa con cargador al costado), arma no muy precisa, pero liviana, de mecánica sencilla y, sobre todo, barata.
El castigo para los resistentes armados era el mismo cualquiera sea la nacionalidad del captor, tortura y ejecución; en los casos no violentos, deportación a campos de concentración; pero cuando se trataba de dar un ejemplo, extradición a Alemania y decapitación, el método era más importante que la muerte misma, porque se trataba de una demostración de poder, como podría afirmarlo cualquier criminalista moderno.



Muchos partisanos capturados se quebraron ante la tortura y entregaron a sus compañeros, incluso convirtiéndose en agentes doble, pero muchos más, hombres y mujeres, soportaron los tormentos sin incriminar a sus camaradas. Un factor importante para la captura de disidentes ha sido siempre la denuncia ciudadana, “nunca hay que subestimar el poder delator de un vecino temeroso de actividades sospechosas en el departamento de al lado” pontificó una vez un ex comisario.
A pesar de la superioridad numérica de policías, Milicia, Gestapo, SS, etc y la amenaza latente para los guerrilleros, las acciones fueron incrementándose a medida que se aproximaba la apertura del segundo frente, incluso en operaciones conjuntas con comandos británicos y con la RAF.



El desembarco en Normandía (6 de junio de 1944) marcó un punto de inflexión en la guerra en general y en la actividad de La Resistencia en particular. Prácticamente se transformaron en auxiliares de las tropas aliadas, destacándose en actividades de reconocimiento, sabotaje y luchando codo a codo con los soldados de la Francia Libre.
 
Los nazis iban en retirada y no sería fácil el retroceso ordenado.

En dos meses y medio los aliados entraban en París y todos los combatientes de La Resistencia confluyeron allí para unir a sus conciudadanos en un acto de liberación.
Para el desfile de la victoria el Comandante Dwight Eisenhower ordenó que se vuelva a ejecutar la Marcha de San Lorenzo.


El resto de la guerra en territorio francés es la crónica de un final anunciado, revanchas, persecución y ejecución sumaria de cientos de colaboracionistas, caída del Régimen de Vichy y juicios por traición.


En los años siguientes a 1950 se originó una ola de Resistencialismo, un relato histórico según el cual casi toda Francia se había encolumnado heroicamente tras La Resistencia para combatir al invasor (supongo que fue una forma de exorcizar los demonios de la culpa), dos décadas después el revisionismo posterior al mayo francés terminó con la fantasía. Así llegamos hasta hoy donde algunos tratan de argumentar que algunos colaboracionistas no eran tan malos. A esta herida que no cierra se la sigue llamando Síndrome de Vichy, mientras el grito de ¡Vive La Resistance! forma parte de la leyenda.

PD. las agentes de las fotos (ciudadanas francesas de la Inteligencia británica) tuvieron una destacada actuación en territorio ocupado (parece que los nazia subestimaban a las "jovenes tontas"), Violette fue asesinada en un campo de concentración cuando la liberación era inminente, pero Odette e Ivonne vivieron una larga vida, hasta finales del siglo veinte.

¡VIVE LA RESISTANCE! (2/3)


Creemos saber, más o menos, de qué trataba la cosa, lo hemos visto en infinidad de series, películas, libros de texto y novelas: románticos “maquis” lanzados al bosque a luchar (y triunfar) contra los maléficos opresores. Pero ¿cuánto de verdad hay en esta imagen?, veremos…

“La Resistencia” como título y concepto es la creación de un grupo de intelectuales parisinos sin relación ninguna con la lucha armada. Lamentablemente esos librepensadores fueron rápidamente detenidos y terminaron sus días en un campo de concentración

La protesta contra los invasores (y lo que significaban) comenzó con una marcha de estudiantes secundarios y universitarios brutalmente reprimida, algunos muertos y muchos presos deportados a "campos de trabajo”, una huelga minera tuvo similar final (aunque obedecía a motivos gremiales).

Los partidos políticos no reaccionaban, los derechistas (siempre numerosos en Francia) miraban a los nazis con diferente agrado, buena parte de ese colectivo pasó “motu proprio” a trabajar con ellos y para ellos; algunos colaboracionistas de derecha esgrimieron luego que lo habían hecho “para evitar males mayores“, los comunistas no reaccionaron hasta que Alemania atacó a la Unión Soviética, el 22 de junio de 1941, pues hasta entonces se sentían obligados por el pacto Molotov – Ribbentrop a ser “orgánicos” con el Comité Central del PC en Moscú. Los demás partidos brillaron por su ausencia, aunque los socialistas hayan tratado de apuntarse (marginalmente) a los éxitos de la posterior guerrilla comunista.

Hasta ese momento los actos de resistencia obedecían a arranques individuales, anárquicos e inefectivos.

Concretada la Operación Barbarroja (invasión alemana de la URSS) los comunistas comenzaron a nuclearse en células independientes y desconectadas cuya eficacia fue creciendo con la experiencia y la organización, es que, acostumbrados a actuar desde la proscripción, contaban con eficientes redes clandestinas.

En la oposición francesa a la ocupación podrían identificarse dos vertientes, por un lado, los ya mencionados maquis comunistas y por otro los “gaullistas”. El General Charles de Gaulle refugiado en Londres organizó las fuerzas de la “Francia Libre” que reunía a los soldados salvados de la blitzkrieg o procedentes de las colonias y a cualquier francés que llegara a territorio insular. 

IVONNE CORMEAU (agente del Ejecutivo de Operaciones Especiales)
Trabajando en conjunto con el Servicio de Operaciones Especiales británico (antes llamado de Operaciones “Ejecutivas”), entrenó e infiltró agentes en la Francia ocupada para organizar operaciones de inteligencia, incluyendo sabotaje y, principalmente, recopilación de información sobre el enemigo.

¿De cuánta gente estamos hablando? Según estimaciones recientes la cantidad de resistentes ascendía al 10% de la población adulta, pero esta cifra incluye a quienes escribían, publicaban, distribuían y leían periódicos clandestinos; a quienes retrasaban cualquier tarea que sirviera a los invasores desde talleres, medios de transporte, consultorios y oficinas; a quienes formaban parte, directa o indirectamente de las redes de evasión; a quienes proveían y almacenaban alimentos, medicinas, municiones, etc. Se calcula que el número de combatientes se aproximaba al 1% de los resistentes. 

Para pasarlo en limpio; de cada 1000 habitantes, 1 combatía y/o espiaba, 99 apoyaban (aunque sea teóricamente) y 900 colaboraban con los alemanes, se hacían los giles, tenían demasiado miedo o trataban de vivir como “antes” encerrados en un confortable egoísmo, negando la realidad “en defensa propia”.