Las primeras intervenciones fueron temerarias, violentas y torpes. Como ejemplifican
los autores de Zafarrancho, pronto
comprendieron que no hacía falta poner explosivos en las vías de ferrocarril, si
se aflojaban algunos pernos de sujeción del riel externo en una curva, la
inercia y la fuerza centrífuga actuaban en contra de la logística nazi.
Las acciones que terminaban en la muerte de militares alemanes provocaban
una represalia tan violenta sobre la población civil que minimizaba la eficacia
de las operaciones. Incluso en algún momento Hitler comenzó a ordenar el
fusilamiento de prisioneros de guerra. Por este motivo las ejecuciones de
invasores se contrajeron a blancos de especial importancia.
De Gaulle y su gente habían creado el MUR (Movimiento Unido de Resistencia)
y gracias a la enorme obra de Jean Mulin (un héroe que ameritaría mayor
reconocimiento mundial), para mediados de 1943 el MUR, organizado en diferentes
departamentos específicos, coordinaba toda la Resistencia Francesa, sin
distinciones ideológicas.
Mientras tanto, el colaboracionismo también evolucionaba.
Cuando en 1940, la debacle del ejército francés fue evidente hubo un cambio
de gobierno y se recurrió a un viejo héroe de la primera guerra mundial, el
Mariscal Philippe Pétain de 84 años, militarmente no había nada que Pétain
pudiera haber cambiado, políticamente encabezó el vergonzoso Régimen de Vichy (ya mencionado), su
“mano derecha” fue Pierre Laval, quien lejos de tener, al final de la guerra,
la mirada indulgente que acompaño al anciano Mariscal, fue sindicado como el
culpable de todos los males.
Y es que había mucho de qué culparse, fue el comienzo del llamado “Síndrome
de Vichy”.
Al principio buena parte de la población apoyó al régimen con la esperanza
de retomar una rutina parecida a la de preguerra, esperando que el Estado
sirviera para disimular la ocupación, a medida que el nuevo gobierno francés se
fue alineando a los requerimientos nazis (e incluso superándolos en un alarde
de beligerante obsecuencia) fue afirmándose el carácter dictatorial del
régimen, después de todo Pétain gozaba de la suma del poder.
La policía de Vichy actuó contra los resistentes con el mismo
celo que contra los delincuentes comunes y persiguió a los opositores según las
ordenes de la Gestapo, pero además se crearon dos fuerzas de represión
específica, La Milicia Francesa y los Grupos
Móviles de Reserva, este cuerpo perdura aún con el nombre de Compañías
Republicanas de Seguridad, y no son otra cosa que lo que en Argentina llamamos
Brigadas Antidisturbios.
La Milicia (Milice
Française) era un cuerpo paramilitar fascista que llegó a contar con
35.000 hombres; parece haberse originado en el Servicio de Orden Legionario, fuerza creada por la ultraderecha con
el apoyo de Pétain para participar en el frente oriental (por supuesto a favor
de los alemanes). La tarea de la Milicia era combatir a La Resistencia, para
eso adoptaron las tácticas de persecución, tortura y ejecución de las SS y la
Gestapo. Se definía como una organización “antirrepublicana, antisemita,
anticomunista, anticapitalista, nacionalista y autoritaria”, con semejante
declaración dejaban poco para la controversia.
El aparato productivo francés y su fuerza laboral se adaptaron rápidamente
como herramienta complementaria de la maquinaria de guerra alemana con el
beneplácito de Laval y sus cómplices.
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ODETTE SAMSOM (Dirección de Servicios Especiales) |
La Resistencia encontró en el sabotaje “light”
un método bastante seguro de causar infinidad de pequeños problemas, un
despachador se “equivocaba” y mandaba un tren a una vía muerta, un obrero de
vialidad “confundía” los carteles indicadores, un mecánico ajustaba mal una
biela de un motor para transportes germanos… Nunca la industria francesa bajo
tanto sus estándares de calidad y no deja de ser un logro.
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VIOLETTE SZABO (S.O.E.) |
Las operaciones más “rentables” de La Resistencia fueron la recopilación de
información para la Inteligencia aliada, aunque transmitir esa información era
una tarea riesgosa, ya que se fue perfeccionando el método de triangulación
para encontrar los emisores, de la misma manera, entre los insurgentes, se
fueron aceitando los mecanismos de evacuación de pilotos derribados y
prisioneros evadidos.
De la mano del MUR los aliados proveyeron a La Resistencia de armas, explosivos,
municiones, medicinas y equipos de comunicaciones, es icónica la imagen del
maqui con una subametralladora Sten británica (esa con cargador al costado),
arma no muy precisa, pero liviana, de mecánica sencilla y, sobre todo, barata.
El castigo para los resistentes armados era el mismo cualquiera sea la
nacionalidad del captor, tortura y ejecución; en los casos no violentos,
deportación a campos de concentración; pero cuando se trataba de dar un
ejemplo, extradición a Alemania y decapitación, el método era más importante
que la muerte misma, porque se trataba de una demostración de poder, como
podría afirmarlo cualquier criminalista moderno.
Muchos partisanos
capturados se quebraron ante la tortura y entregaron a sus compañeros, incluso
convirtiéndose en agentes doble, pero muchos más, hombres y mujeres, soportaron
los tormentos sin incriminar a sus camaradas. Un factor importante para la captura
de disidentes ha sido siempre la denuncia ciudadana, “nunca hay que subestimar
el poder delator de un vecino temeroso de actividades
sospechosas en el departamento de al lado” pontificó una vez un ex comisario.
A pesar de la superioridad numérica de policías, Milicia, Gestapo, SS, etc
y la amenaza latente para los guerrilleros, las acciones fueron incrementándose
a medida que se aproximaba la apertura del segundo frente, incluso en
operaciones conjuntas con comandos británicos y con la RAF.
El desembarco en Normandía (6 de junio de 1944) marcó un punto de inflexión
en la guerra en general y en la actividad de La Resistencia en particular.
Prácticamente se transformaron en auxiliares de las tropas aliadas,
destacándose en actividades de reconocimiento, sabotaje y luchando codo a codo
con los soldados de la Francia Libre.
Los nazis iban en retirada y no sería fácil el retroceso ordenado.
En dos meses y medio los aliados entraban en París y todos los combatientes
de La Resistencia confluyeron allí para unir a sus conciudadanos en un acto de
liberación.
Para el desfile de la victoria el Comandante Dwight Eisenhower ordenó que
se vuelva a ejecutar la Marcha de San Lorenzo.
El resto de la guerra en territorio francés es la crónica de un final
anunciado, revanchas, persecución y ejecución sumaria de cientos de
colaboracionistas, caída del Régimen de Vichy y juicios por traición.
En los años siguientes a 1950 se originó una ola de Resistencialismo, un relato histórico según el cual casi toda
Francia se había encolumnado heroicamente tras La Resistencia para combatir al
invasor (supongo que fue una forma de exorcizar los demonios de la culpa), dos
décadas después el revisionismo posterior al mayo francés terminó con la
fantasía. Así llegamos hasta hoy donde algunos tratan de argumentar que algunos
colaboracionistas no eran tan malos. A esta herida que no cierra se la sigue
llamando Síndrome de Vichy, mientras el grito de ¡Vive La Resistance! forma
parte de la leyenda.
PD. las agentes de las fotos (ciudadanas francesas de la Inteligencia británica) tuvieron una destacada actuación en territorio ocupado (parece que los nazia subestimaban a las "jovenes tontas"), Violette fue asesinada en un campo de concentración cuando la liberación era inminente, pero Odette e Ivonne vivieron una larga vida, hasta finales del siglo veinte.
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