sábado, 15 de marzo de 2014

CLODIA


Todos conocemos, al menos de oídas, a la Vía Apia, un viejo camino que sale de Roma hacia el Sur, a la Campania. Esta atracción turística de hoy debe su nombre al funcionario romano que inició su construcción  Apio Claudio.

Casi tres siglos después, una descendiente de este prócer se haría famosa por otros motivos, en el siglo 1 A.C. Tercia Claudia Pulcher sería una de las comidillas de la sociedad.

Por una cuestión política, su hermano (ya adulto) se hizo adoptar por una familia plebeya y cambió el nombre familiar por Clodio (que era la forma en que las clases más bajas pronunciaban Claudio).
Clodia adoptó con entusiasmo ese nombre, pero eso no provocó las habladurías, las “fallas” de Clodia eran (básicamente) ser bellísima, multimillonaria  odiar las reglas, renegar de las tradiciones y crear su propio estilo de vida. Nuestra falla está  en que  las fuentes sobre Clodia sean, básicamente, Cicerón (un enemigo político y moral) y Catulo (un amante poeta despechado).

Tercia Claudia tuvo la mejor educación que podían pagar el dinero y el prestigio de una antigua familia patricia,  la casaron, adolescente, con un tipo mucho mayor. Se supone que los  padres esperaban que de esa manera se mantuviera alejada de las tentaciones que provocaría su ya notoria belleza. El problema es que el ex general y Cónsul Lúculo era un viejo pervertido, el divorcio fue previsible.

Se casó luego con un primo, Quinto Cecilio Metelo Celer , que (parece) era un snob muy aburrido, vivieron peleándose, Clodia (que entonces era Claudia Metela) comenzó a tener amantes a beber y a jugar y cuando murió Quinto (las murmuraciones hablan de veneno), nuestro personaje sumó a su cuantiosa dote una fortuna enorme.

Las personas atractivas, como las personas ricas generan a su alrededor dos oleadas, una de obsecuencia interesada, servilismo y lujuria; otra de envidia, despecho, obsesión y rencor; y allí tenemos a una viuda de 35, una de las mujeres más hermosas y más ricas de la historia de Roma  (lo que es mucho decir en un imperio de mujeres hermosas y lujos obscenos)que, en ese momento, decide “revolear la chancleta” [imagino chicas aplaudiendo].

Hay que apuntar que, aunque la romana era una sociedad petulantemente machista, una viuda económicamente independiente gozaba de unas libertades que las mujeres no conocerían hasta avanzado el s. XX.

Cuando se habla de la vida personal de Clodia se mezclan historia, leyenda, maledicencia,  exageración y propaganda política, así que todo lo que se diga sobre ella debe tomarse con pinzas (en algunos sitios de Internet he visto adjudicarle a Claudia Metela anécdotas de otras famosas libertinas romanas, eso es simple ignorancia).

Se dice que Clodia mantenía relaciones incestuosas con su juerguista e irresponsable (y también buenmozo) hermano, puede que algo haya pasado (tal vez en la adolescencia) nunca se sabe, pero  historiadores actuales tienden a creer que se trataba más que nada de un juego de provocación a  los moralistas más conservadores y reaccionarios.

Se dice también que tuvo infinidad de amantes, pero todos los libros terminan por nombrar a los mismos 4 o 5 (aunque había esclavos y esclavas para atender esos menesteres y a todos les parecía perfecto).

La mansión de un rico romano no era solo una galería de arte con elaborados jardines y pájaros y peces exóticos, tenía  agua corriente, cloaca, losa radiante (hipocausto), baños de mármol y  piscinas con agua a distinta temperatura. La familia Claudia poseía flota propia, embarcaderos, templos,  cementerio y guardia privada (el sueño de algunos políticos actuales). 

En la playa personal de Clodia musculosos efebos desnudos se esforzaban por impresionar a la matrona, que se hacía traer nieve de las montañas para enfriar las bebidas. (lo de los musculosos efebos también es parte del sueño de políticos actuales)

Se cuenta que una vez se le pidió que hiciera una lista de amantes, ella escribió solo 4 letras SPQR,  seguro las vieron en los estandartes de las películas “de romanos” o en un restaurante de Recoleta,  son las iniciales en latín de “el Senado y el Pueblo de Roma”.

La muerte de Clodio (en una descabellada aventura militar) la afectó mucho, además enjuició a un ex amante por intento de envenenamiento, pero el defensor era Ciceron y el famoso orador la enterró en bosta.
 La humillación fue demasiado para ella y se retiró de la vida pública a unas propiedades en Perusia (actual Perugia), donde seguro vivió como quiso hasta el indeterminado momento de su muerte.

A los que hayan visto la excelente mini-serie Roma de HBO, hay que contarles que el personaje de Atia está inspirado en Clodia y no en la verdadera madre de Octavio, que era una chica muy formal.

En estos últimos años se han publicado un par de estudios sobre Clodia en Oxford University Press, por ahora no se venden en Argentina (ni siquiera se han traducido al español), pero si los consigo estoy dispuesto a corregir y ampliar este breve relato escrito de memoria, así que disculparán alguna imprecisión.

Me despido con fragmento de un poema de Catulo dedicado a Clodia “a tal punto has trastornado mi alma que ya no soy capaz de bienquererte… ni de dejar de desearte, hagas lo que hagas”

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