Todos conocemos, al menos de oídas, a la Vía Apia, un viejo
camino que sale de Roma hacia el Sur, a la Campania. Esta atracción turística
de hoy debe su nombre al funcionario romano que inició su construcción Apio Claudio.
Casi tres siglos después, una descendiente de este prócer se
haría famosa por otros motivos, en el siglo 1 A.C. Tercia Claudia Pulcher sería
una de las comidillas de la sociedad.
Por una cuestión política, su hermano (ya adulto) se hizo
adoptar por una familia plebeya y cambió el nombre familiar por Clodio (que era
la forma en que las clases más bajas pronunciaban Claudio).
Clodia adoptó con entusiasmo ese nombre, pero eso no provocó
las habladurías, las “fallas” de Clodia eran (básicamente) ser bellísima,
multimillonaria odiar las reglas,
renegar de las tradiciones y crear su propio estilo de vida. Nuestra falla está
en que
las fuentes sobre Clodia sean, básicamente, Cicerón (un enemigo político
y moral) y Catulo (un amante poeta despechado).

Se casó luego con un primo, Quinto Cecilio Metelo Celer ,
que (parece) era un snob muy aburrido, vivieron peleándose, Clodia (que
entonces era Claudia Metela) comenzó a tener amantes a beber y a jugar y cuando
murió Quinto (las murmuraciones hablan de veneno), nuestro personaje sumó a su
cuantiosa dote una fortuna enorme.
Las personas atractivas, como las personas ricas generan a
su alrededor dos oleadas, una de obsecuencia interesada, servilismo y lujuria;
otra de envidia, despecho, obsesión y rencor; y allí tenemos a una viuda de 35,
una de las mujeres más hermosas y más ricas de la historia de Roma (lo que es mucho decir en un imperio de
mujeres hermosas y lujos obscenos)que, en ese momento, decide “revolear la
chancleta” [imagino chicas aplaudiendo].
Hay que apuntar que, aunque la romana era una sociedad petulantemente
machista, una viuda económicamente independiente gozaba de unas libertades que
las mujeres no conocerían hasta avanzado el s. XX.
Cuando se habla de la vida personal de Clodia se mezclan
historia, leyenda, maledicencia,
exageración y propaganda política, así que todo lo que se diga sobre
ella debe tomarse con pinzas (en algunos sitios de Internet he visto
adjudicarle a Claudia Metela anécdotas de otras famosas libertinas romanas, eso
es simple ignorancia).
Se dice que Clodia mantenía relaciones incestuosas con su juerguista
e irresponsable (y también buenmozo) hermano, puede que algo haya pasado (tal
vez en la adolescencia) nunca se sabe, pero
historiadores actuales tienden a creer que se trataba más que nada de un
juego de provocación a los moralistas
más conservadores y reaccionarios.
Se dice también que tuvo infinidad de amantes, pero todos
los libros terminan por nombrar a los mismos 4 o 5 (aunque había esclavos y
esclavas para atender esos menesteres y a todos les parecía perfecto).
La mansión de un rico romano no era solo una galería de arte
con elaborados jardines y pájaros y peces exóticos, tenía agua corriente, cloaca, losa radiante
(hipocausto), baños de mármol y piscinas
con agua a distinta temperatura. La familia Claudia poseía flota propia, embarcaderos,
templos, cementerio y guardia privada
(el sueño de algunos políticos actuales).
En la playa personal de Clodia musculosos
efebos desnudos se esforzaban por impresionar a la matrona, que se hacía traer nieve
de las montañas para enfriar las bebidas. (lo de los musculosos efebos también
es parte del sueño de políticos actuales)
Se cuenta que una vez se le pidió que
hiciera una lista de amantes, ella escribió solo 4 letras SPQR, seguro las vieron en los estandartes de las
películas “de romanos” o en un restaurante de Recoleta, son las iniciales en latín de “el Senado y el
Pueblo de Roma”.
La muerte de Clodio (en una descabellada aventura militar) la
afectó mucho, además enjuició a un ex amante por intento de envenenamiento,
pero el defensor era Ciceron y el famoso orador la enterró en bosta.
La
humillación fue demasiado para ella y se retiró de la vida pública a unas
propiedades en Perusia (actual Perugia), donde seguro vivió como quiso hasta el
indeterminado momento de su muerte.
A los que hayan visto la excelente mini-serie Roma de HBO,
hay que contarles que el personaje de Atia está inspirado en Clodia y no en la
verdadera madre de Octavio, que era una chica muy formal.
En estos últimos años se han publicado un par de estudios
sobre Clodia en Oxford University Press, por ahora no se venden en Argentina
(ni siquiera se han traducido al español), pero si los consigo estoy dispuesto
a corregir y ampliar este breve relato escrito de memoria, así que disculparán
alguna imprecisión.
Me despido con fragmento de un poema de Catulo dedicado a
Clodia “a tal punto has trastornado mi alma que ya no soy capaz de
bienquererte… ni de dejar de desearte, hagas lo que hagas”
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